La muestra reunió más de 40 trabajos de la artista boliviana aruma, quien integra a la tradición del telar andino tecnologías electrónicas y digitales.
Texto curatorial
El textil es plegable, ligero, firme y portátil. Puede ser abrigo, vestido y refugio; sostiene y transporta. A la vez, sus tramas construyen imágenes, códigos encriptados que susurran de manera visual y táctil mensajes secretos, observaciones sobre la historia, el territorio, sus animales, el cielo y las constelaciones.
Aprender a tejer a telar ha sido para muchas generaciones de tejedoras no solo un medio de subsistencia, sino además una herramienta epistemológica, es decir, una manera de comprender el mundo de acuerdo a secuencias, diagramas y patrones. No es casual que los sistemas informáticos actuales tengan su origen en el telar que en 1801 Joseph Jacquard convierte en una máquina programable sentando así las bases de la computación.
El trabajo de aruma condensa cientos de años de tradición textil andino enlazándolos con tecnologías y lenguajes artísticos contemporáneos. Desde 2013, investiga distintas técnicas de tejido a nivel teórico y práctico, lo que le ha permitido dominar una gran cantidad de formas ancestrales de tejido a telar. Su dominio en el arte de entrelazar hilos la ha motivado a experimentar con materialidades inusuales de origen industrial como la fibra óptica, cobre, LEDs, LDRs, dispositivos como sensores de oscuridad, microprocesadores, que combina con lana de alpaca, oveja o yute, cactus y flores para resaltar los flujos de energía que contiene el acto de tejer, el dinamismo de los hilos en la rueca, la potencia transformadora de los tintes.
En sus obras ha ido urdiendo distintas disciplinas y temporalidades. Electrónica, programación, química; la riqueza semióticas de las lenguas quechua y aymará; el análisis de los conceptos de código y algoritmo se entrelazan con distintas y antiguas técnicas de tejido andino de las tradiciones Wari, Tiwanaku y Pachacamac (500-900 d.C) y Chimú y Chankay (900-1400 d.C.) que la artista ha investigado en profundidad.
A su atenta preocupación por la iconografía, el color, la armonía, la textura, el brillo u opacidad del tejido, aruma ha sumado las cualidades conductivas de las materialidades que emplea, dotando a cada pieza de características como interactividad, luminosidad, destellos y reflejos, e incluso sonido.
Esta exhibición que reúne más de 40 piezas, la mayoría de ellas realizadas en un bosque nativo de Bolivia, más algunas piezas creadas especialmente para esta muestra, es una invitación a considerar el telar como un ensamblaje tecno-social y simbólico de alta complejidad que desmantela las viejas dicotomías entre arte/artesanía, naturaleza/tecnología.
Sus obras nos permiten especular sobre otros senderos que podría haber tomado la tecnología, donde ésta fuera blanda, orgánica, suave y luminosa, y proyectar la interfaz de un futuro que nos recuerde que todo está entretejido, y que somos un filamento más en una resplandeciente y dinámica retícula de interconexiones entre los elementos.
Valentina Montero